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domingo. 25.05.2025
TRIBUNA ECONÓMICA

Los monstruos ya están aquí

El panorama del próximo futuro no puede ser más desalentador con cuatro años del dúo Trump/Musk en USA, la UE a la deriva y con una cada vez mayor presencia y fuerza de la ultraderecha.

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Recordando la célebre frase de Antonio Gramsci "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, podríamos decir que, en la actualidad, al igual que en los años 30 del pasado siglo, pero bajo una forma diferente, “Los Monstruos ya están aquí”.

Basta hacer un análisis de la realidad internacional para observar que estamos en una nueva etapa del imperialismo económico capitalista. Es una nueva etapa dominada por el desarrollo de las tecnologías de la comunicación y el inicio del reino de la Inteligencia Artificial que supera no ya la etapa del capitalismo industrial sinó el de la globalización e internacionalización del comercio y las finanzas.

En esta nueva etapa podemos ver como lo que hemos entendido como democracia tradicional se bate en retirada. En las próximas semanas llegará al gobierno de la hasta ahora primera potencia mundial, los Estados Unidos, el nuevo Gobierno de Trump/Musk, un gobierno formado en gran parte por representantes de grandes fortunas, podríamos decir que es el Gobierno de los “ultra millonarios iliberales”. Elegido a partir de un movimiento ultraconservador y de ultraderecha, y formado en gran parte por la reacción contra los políticos que consideran “modernos, ricos, educados, ilustrados y guais”. 

El panorama del próximo futuro no puede ser más desalentador con cuatro años del dúo Trump/Musk en USA, la UE a la deriva y con una cada vez mayor presencia y fuerza de la ultraderecha

Hemos visto como un político tramposo y millonario como Trump, en nombre de un ultranacionalismo y una defensa de la libertad individual a ultranza, es aupado de nuevo por los sectores más reaccionarios y todo tipo de sectores ultraconservadores, pero a la vez aglutinando a amplias masas de capas medias y trabajadores desheredados, dirigiendo una revuelta contra una política moderna muy vinculada a las “élites universitarias educadas y acomodadas”. Y este gobierno ultraliberal, en el peor sentido de la palabra dirigirá la principal potencia de Occidente.

Sin embargo, la situación en Estados Unidos no es única. En Latinoamérica el fenómeno Bolsonaro en su momento en Brasil, o el actual de Milei en Argentina significan fenómenos diversos, pero que van en la misma dirección. Si en los años treinta del siglo XX hubo el surgimiento con fuerza de los fascismos, ahora estamos ante un nuevo fenómeno diferente, el del auge de la ultraderecha.

Y la situación no se da sólo en América. La política dictatorial, pero en forma de apariencia de pluralismo reina con Putin en Rusia, y lo mismo podríamos decir de la figura de Zelensky en Ucrania pese a que no son de la misma naturaleza. Ambos casos son típicos sistemas antidemocráticos de dictaduras, pero claramente reaccionarias en cuanto a valores e ideales barnizados de nacionalismo extremo.

Asimismo, el auge de la ultraderecha lo estamos viendo crecer por doquier en la cuna de la democracia, es decir en Europa y más concretamente en la UE, donde la subida de los partidos de ultraderecha es palpable en países centrales como Francia, Alemania o Italia, entre otros. Y también en los que en otros tiempos fueron base de la socialdemocracia más avanzada, como los países nórdicos o los Países Bajos. La mancha de aceite de ascenso de la ultraderecha afecta al conjunto de la UE. Y ello comporta a su vez la derechización de la derecha democrática democristiana tradicional. 

No hay duda de que la evolución de los partidos de izquierda, especialmente a partir de la caída del “muro de Berlín”, ha tenido su parte de responsabilidad. Como dice Lea Ypi, escritora y académica marxista albanesa, profesora de teoría política en la London School of Economi. “cuando los partidos de izquierda olvidan los objetivos de transformación social constitutivos, los objetivos de servicio de liberación de “la clase” empezaron un declive, en parte porque constreñidos por fuerzas económicas estructurales y en parte por sus virajes ideológicos, se alejaron de la idea de representar a los ciudadanos sobre la base de la clase y de las vulnerabilidades económicasAbrazaron la idea de que “no hay alternativa”, una mentalidad que condujo al colapso ideológico y social de la izquierda”.

Y prosigue Ypi: “ello ha comportado que ya no sean referentes para los sectores más desfavorecidos, que no se ven representados y que en parte se dejan seducir por los cantos de sirena nacionalista de la ultraderecha. Y ello conlleva asimismo cada día el mayor alejamiento de los sectores populares respecto al “cacareado” proceso de construcción europea que ven cada vez más distante, falto de control democrático efectivo y llevado a término por una dirección poco democrática y alejada de la ciudadanía”.

Esto ha sido constatado por algunos analistas políticos de izquierdas que han denunciado la renuncia de los partidos de izquierdas actuales a los que ven, en su mayoría, más representantes de unas elites universitarias progresistas más centradas en corregir diversas desigualdades de identidad que atentos a la situación de las clases trabajadoras. Así por ejemplo la política alemana Sahra Wagenskneckt plantea que “Mientras la izquierda política no ofrezca un relato progresista fiable y un programa político convincente que no sólo interpele a los cada vez más numerosos titulados universitarios venidos a menos, sino que también recoja los intereses sociales y los valores de los trabajadores, de los empleados del sector servicios, etc., habrá cada vez más personas en dichas clases sociales que o bien se desentiendan de la política o bien busquen una nueva patria en la otra cara del espectro político”. 

O como concluye Ypi “Una vez abandonado el proyecto de transformar el capitalismo, estos partidos pusieron el foco en la expansión de los derechos de la ciudadanía y del Estado de derecho. El objetivo empezó a ser garantizar representación a tantos grupos previamente marginados como fuera posible. Si bien este es un proyecto valioso, también es uno fragmentado. No veo ningún esfuerzo significativo por parte de partidos políticos en Europa para redefinir qué significa “la clase en el siglo XXI”.

Lea Ypi que es autora del libro “Libre”, donde relata, con ojos infantiles de niña, como vivió la transición de Albania tras la caída del régimen comunista autárquico de Enver Hoxha, defiende como ya hiciera Robert Havemann, (científico, resistente al nazismo, comunista disidente en la RDA), en su libro “La Libertad como necesidad”, la imprescindible relación entre la libertad y la igualdad como factores indisociables para una sociedad socialista. La libertad sin igualdad es el dominio del más fuerte, que es lo que estamos viendo actualmente. La igualdad sin libertad comportó el fracaso y la caída de los regímenes socialistas de tipo soviético. La izquierda actual debería plantearse un cambio de sistema basado en una libertad real para todos vinculada a una igualdad social. Y reivindicar la eliminación de la cada día mayor explotación del capitalismo actual con el poder concentrado cada vez en menos manos.

Otro elemento más coyuntural de la decadencia de la UE como una unidad política referencial ha sido en los últimos tiempos el incremento del militarismo derivado de la crisis militar consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Ello ha comportado un incremento y priorización del gasto militar a la vez que consecuencias negativas de su evolución económica especialmente en Alemania, la otrora locomotora europea, y las consecuencias que puede comportar. Todo esto añadiendo la comparación con la actitud proisraelí de los principales países de la UE, incluidas fuerzas gobernantes de izquierda como socialdemócratas y verdes, frente al genocidio de Gaza, que han llegado a criminalizar las manifestaciones contrarias a la intervención del Gobierno de Israel.

Acudiendo de nuevo a las palabras de Lea Ypi: “El nuevo militarismo europeo amenaza lo que, en mi opinión, hizo que la UE fuera un proyecto tan grande desde el principio: una forma diferente de pensar las relaciones entre países, basada no en la guerra y la fuerza militar, sino en la paz. Si la UE prioriza la militarización, fortalecerá a la derecha radical en todas partes, y una vez que estén en el poder, no solo se terminará el proyecto europeo, sino también cualquier resistencia a Rusia”. 

Toda esta situación se da en los países del llamado Norte, salvo excepciones. Y el Sur Global lo contempla con cada vez más lejanía hacia este conjunto de países y de momento una gran mayoría de ellos se concentran en torno a otro país autoritario, pero más asequible a sus necesidades como es China. A ojos de muchos China es un estado previsible, que cumple sus compromisos, no se involucra en conflictos externos de forma directa, excepción de Taiwán, que según la propias Naciones Unidas es parte de China, y es un socio comercial, en principio menos intrusivo.

En definitiva, el panorama del próximo futuro no puede ser más desalentador con cuatro años del dúo Trump/Musk en USA, la UE a la deriva y con una cada vez mayor presencia y fuerza de la ultraderecha, la Rusia de Putin, el Israel de Netanyahu, el conflicto instalado en el conjunto de Oriente Medio (ya veremos que nos depara Siria), etc. 

La desigualdad internacional cada vez más incrementada con buena parte de África y zonas de Asia asoladas por la pobreza, guerras y el cambio climático obliga a la mejor parte de su población a emigrar a los países que consideran más desarrollados en busca de una vida mejor.

Y mientras contemplamos al que debería ser un gobierno global, las Naciones Unidas están sometidas por las grandes naciones y juegan un papel de puro observador sin capacidad de iniciativa en los conflictos. Y junto a todo ello el avance imparable del cambio climático ante los ojos y oídos sordos de las principales economías.

¡¡Todos esos monstruos ya están aquí!!

Los monstruos ya están aquí