<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=621166132074194&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
viernes. 23.05.2025
TRIBUNA POLÍTICA

De Papas y Pepes

Feijóo convoca el congreso del PP diciendo que, después del cónclave del papa, ahora toca el del pepé.
pp_feijoo
Feijóo en el Congreso de los Diputados

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Con el indescriptible sentido del humor que le caracteriza, el señor Feijóo convocó el otro día el congreso del Partido Popular diciendo que, después del cónclave del papa, ahora toca el del pepé. No seré yo quien siga por la pendiente de los chistes fáciles cuando de lo que hablamos es de lo que normalmente se llaman las cosas de comer.

Porque sin duda existe la tentación de pensar que el cónclave de la capilla aznarina no tiene trascendencia: todo el mundo sabe lo que saldrá de él, y los documentos programáticos tienen poco prestigio en este país.

Y sin embargo, lo que se dice importa cuando quien lo dice puede llegar a altas responsabilidades. Feijóo dice que adelanta su congreso porque teme al Presidente del Gobierno, cosa perfectamente verosímil. Pero yo creo que a quien teme es a Trump. Porque el gran padre blanco de Washington, como decían en los westerns, está mostrando al público con total claridad qué es lo que pasa cuando las ideas que comparte con la (ultra)derecha mundial llegan al Gobierno: que te pueden desbloquear el móvil en un aeropuerto, que te pueden detener por la calle por tener “mala pinta”, que la economía no la gobiernan los datos y las leyes sino el fanatismo de las teorías. Por cierto, ¿los aranceles no son una intervención en el libre mercado? Nunca he entendido bien qué significa la palabra libre cuando la pronuncia la derecha. De hecho cuando la oigo me da miedo.

Ese justificado miedo que da el viento del Atlántico ha hecho ya que países como Canadá y Australia decidan oponerse a su corriente, y eso es lo que teme Feijóo. Teme que el Canciller de Alemania se incline hacia políticas europeístas de no sumisión que a él lo dejen en evidencia. Teme que sus vergüenzas ideológicas estén quedando al descubierto, y los españoles tengamos un espejo en el que mirar qué es lo que pasaría si la ultraderecha gobernara aquí de la mano de un líder tan manifiestamente débil de carácter como el que ahora tiene el Partido Popular.

De ese modo, el congreso de julio se concibe como un tranquilizante: oiremos mensajes esperanzadores, es posible que incluso se hagan guiños al electorado catalán, incluso que se cambien un par de caras de las que el respetable empieza a estar harto, mientras otras tareas más próximas a lo que se vislumbra en el negro horizonte se dejan en manos de la mejor versión de algunos jueces y periodistas, como ha dicho la presidenta de la Comunidad de Madrid.

En julio, los populares volverán a elegir a un hombre temeroso. De Trump, de la ultraderecha que le come los dedos de los pies, de la mirada codiciosa de sus barones a su tambaleante silla. Si algún día llega a tener poder, es posible que sienta el deseo de emplearlo en hacernos olvidar todo su miedo. No me gusta la idea.

De Papas y Pepes