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Para seguir en su puesto y reconstruir Valencia contra viento y marea, Carlos Mazón decide gobernar con Vox al timón ideológico de su malparada nave institucional. Ahora los fallecidos en medio de la Dana pasan a ocupar un lugar secundario, porque lo único que cuenta es la reconstrucción y las pingües inversiones económicas que conlleva. Hay que luchar contra el sectarismo de la izquierda en cuestiones medioambientales, aún cuando esa preocupación sea compartida por sus homólogos europeos. Además el pillaje posterior a la catástrofe ya tiene responsables en los venidos de fuera y se filia el saqueo en los pasaportes de sus causantes.
Mazón parecía haber llegado al extremo de una bochornosa e indecorosa infamia, pero ha logrado superarse a sí mismo al decidir gobernar siguiendo los dictados de la extrema derecha
Mazón parecía haber llegado al extremo de una bochornosa e indecorosa infamia, pero ha logrado superarse a sí mismo, al decidir gobernar siguiendo los dictados de la extrema derecha que propició su gobierno. El mismo que abandonó su socio de coalición por discrepancias en un tema muy concreto ahora resucitado. Para Vox es la mejor de las opciones posibles. Manda sin gobernar y sin desgastarse para las próximas elecciones tanto autonómicas como generales. Ya no cabe ni un menor inmigrante más en la región valenciana, con arreglo al dictamen del partido de Abascal.
De paso se retiran los fondos para organizaciones que pretendan ayudar a los inmigrantes, así como los destinados a fomentar la lengua valenciana. Se imponen los mantras que Mazón hace suyos y utiliza como cortinas de humo para seguir sin explicar su misteriosa desaparición en una jornada fatídica. Sus hábitos gastronómicos y el posible lance sexual que remate una sobremesa en un discreto reservado, forman parte de su privacidad y no sería objeto del escrutinio público, si no mediaran sus variopintas y contradictorias explicaciones en relación con lo que hizo o dejó de hacer durante unas horas decisivas para poder alertar a la población y haber evitado muertes.
Su almuerzo privado se convirtió en uno de trabajo como presidente autonómico, aunque luego se transformó en una comida como presidente del partido, que difícilmente podía tratar ciertos temas bajo esa condición. Estuvo al tanto de todo, aunque no tenía buena cobertura. Llegó tarde a la reunión donde se tomaban perentorias decisiones porque llovía copiosamente y su hora de llegada se modifica para rehuir una imputación judicial, dejando a su antigua consejera como la única responsable del fatídico retraso en un anuncio vital.
Tras tomarnos el pelo con esos acrobáticos giros de guion en un relato alucinante, se permite investirse como campeón contra las “chorradas ideológicas” de la izquierda que al parecer tanto perjudican al pueblo valenciano. Desde luego, el chorreo de sus propias chorradas no tiene nada de ideológico. Responden al patético proceder de un saltimbanqui político que resulta lesivo para su cargo, la ciudadanía y el partido que le respalda. Porque a Feijóo esté ruin apoyo no le saldrá gratis. Ya le pasó factura en las últimas elecciones generales y lo hará en las próximas.
Las autonomías gobernadas por la derecha desprecian incluso lo que les beneficia con tal de oponerse a La Moncloa
A finales de abril, el partido popular europeo celebrará su congreso en Valencia y tendrá como anfitrión a un muy poco honorable Carlos Mazón, xenófobo y negacionista del cambio climático, a quien defiende numantinamente un errático Feijóo, cuya única obsesión es derribar al gobierno central, oponiéndose a medidas que comparte y cambiando su voto en función de las parlamentarias, como en el caso de las pensiones y medidas anejas.
Mientras tanto, la Tatcher española da un discurso en Londres reinventándose la realidad a su conveniencia y describiendo una dictatorial España que su auditorio no reconoce, dado el prestigio europeo del que goza Pedro Sánchez como líder socialdemócrata. Las autonomías gobernadas por la derecha desprecian incluso lo que les beneficia, con tal de oponerse a La Moncloa. Pero entre tanta necedad, hay que destacar el apoyo de Feijóo a Carlos Mazón, aún cuando éste decida vender su alma por aferrarse al cargo, si tuviese algo que vender alguien tan diabólicamente desalmado.