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viernes. 23.05.2025
TRIBUNA

El penúltimo duelo Sánchez-Feijóo

La política, en manos de quienes solo piensan en su posición o su supervivencia, se convierte en un espectáculo repetitivo y ajeno.
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El duelo entre Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados que ahora estoy siguiendo a través de mis AirPods mientras atiendo mis rutinas, escenifica de nuevo un clima de enfrentamiento crónico que domina la política española y que cansa por ser reiterativa hasta el agotamiento. Feijóo, tan soso y monótono como siempre, ha pedido la dimisión del presidente del Gobierno, esta vez por los mensajes privados entre Sánchez y José Luis Ábalos publicados por El Mundo, que el líder del PP acaba de usar como prueba de una presunta trama de corrupción. Mientras Feijóo hacía un burdo remedo de aquel histórico «váyase señor González», Sánchez ha replicado acusando al PP de regodearse en unas filtraciones que ha calificado de «delito», y de querer «ganar por agotamiento» en lugar de ofrecer alternativas.

Resulta agotador asistir una y otra vez al mismo guión en el Congreso: acusaciones cruzadas, gestos de escándalo ensayados y frases grandilocuentes que pretenden vestir de dignidad lo que no es más que una lucha descarnada por el poder. Se disfraza la ambición personal de servicio público, como si cada exigencia de dimisión o cada denuncia de “filtración” fueran actos de nobleza, y no simples movimientos en una estrategia electoral.

Lo más irritante no es ya el tono bronco ni la falta de respeto mutuo, sino la pretensión constante de que todo se hace por el bien de los ciudadanos. Como si no fuéramos capaces de ver el teatro. Como si no estuviéramos ya cansados de que el debate público se haya reducido a una sucesión de titulares, filtraciones interesadas y frases hechas. La política, en manos de quienes solo piensan en su posición o su supervivencia, se convierte en un espectáculo repetitivo y ajeno, donde el interés común queda relegado a un papel decorativo en el discurso. Y lo peor: cada vez cuesta más creer que a alguien le importe otra cosa que no sea ganar.

Una vez más, ambos dirigentes me han parecido más interesados en deslegitimar al adversario que en ofrecer un proyecto de país. Feijóo insiste en un relato de desgaste, sin aportar pruebas concluyentes, mientras Sánchez se refugia en el victimismo y en ataques al liderazgo del PP, llegando incluso a ironizar con una posible candidatura de Santiago Abascal al congreso popular.

La reciente muerte de José Mujica, ejemplo mundial de honestidad política, deja un contraste elocuente. Mientras el expresidente uruguayo cultivó el respeto incluso en la discrepancia, el Congreso español se ha convertido en una arena de reproches, sarcasmos y acusaciones. El problema no es solo de tono, sino de fondo: la incapacidad para salir de la trinchera y hablar de lo que de verdad importa.

El penúltimo duelo Sánchez-Feijóo