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Mónica Grau Seto | @monmislilith
Estamos ante un thriller que podría suceder en cualquier pueblo de la España vacía, una historia sobre cerrar etapas del pasado y aceptar los cambios. La trama nos sitúa en Cuevas del Río, diciembre de 1987 y a tres adolescentes: Lucas, su prima Gloria y María Celeste, los hechos van narrándose a través de ellos e intercalando sus pensamientos y vivencias en los capítulos, y lo hacen de una forma lineal, ya que cada personaje prosigue la historia donde el anterior terminó. La historia es coral y vamos siguiéndola principalmente a través de los jóvenes y también de algunos adultos, que se incorporan más adelante en esta narración, el Cabo Páez que sigue una investigación y la Jipi Arcoiris.
Varias familias del pueblo tienen sus antiguos hogares excavados en cuevas y son lugares ideales para contar historias de terror, cada vez quedan menos habitantes y la mayoría vienen en verano y otros festivos, ya que han ido a vivir a grandes ciudades. Las dos chicas sueñan con ser escritoras algún día, y a lo largo de la trama hay referencias a autores como Lovecraft, destaca la figura de Rafael Alberti con Marinero en Tierra, que lee María Celeste, y Así habló Zaratrusta de Nietzche que lee Lucas, al revisar la biblioteca de su primo mayor, sin olvidar un clásico juvenil Los cinco. Para el autor era un detalle introducirlos en la lectura de los jóvenes, ya que estos títulos realmente fueron parte de sus lecturas de verano en su pueblo real. En uno de los sueños de Lucas aparece el murciélago blanco y este, en palabras del propio autor, simboliza lo extraño como cuando uno se siente como un bicho raro.
Los primeros episodios suceden en las cuevas, en la zona más profunda de estas casas, siendo como un refugio o una especie de cabaña en el árbol simbólica para estos tres jóvenes, que pasan horas en las cuevas como una especie de alegoría a la caverna de Platón. Asistimos a su despertar sexual y desarrollo del cuerpo, pero parece que no lo perciben sus propios padres, que aún les permiten que los tres duerman juntos, y los tres protagonistas son conscientes que tal vez sea el último año.
Se palpa ese ambiente que se respira en los pueblos, donde todo el mundo se conoce, el tiempo se ralentiza, los vecinos tienen motes, hay secretos a voces y durante las vacaciones los chicos y chicas ganan independencia y libertad en todas las largas horas del día. Es imposible no sentirse identificado y revivir nuestra infancia, yo misma la pase en un pequeño pueblo de 200 habitantes, y esa añoranza se respira en todo el libro, pero sin caer en la nostalgia de forma exagerada.
Un canto a la pubertad, al descubrimiento del propio cuerpo y al interés sexual, sin juzgar al grupo de jóvenes del pueblo, sobre todo en la figura de Gloria, con mente de muchacha pero con unas medidas voluptuosas que llaman la atención a hombres que tienen la misma edad que su padre.
La novela reivindica la memoria y la fugacidad de la infancia, siendo un canto a la pubertad sin juzgar las actitudes de sus jóvenes protagonistas, estos son conscientes de los cambios que vienen y los van aceptando. Mostrando las decepciones y la realidad de los adultos y como ciertas decisiones de familiares y vecinos desembocan hacia el drama. Es un relato lineal sin saltos en el tiempo y vamos viviendo a través de ellos, hay muchas descripciones y aunque carece de diálogos, en ningún momento nos falta información.
Montoya crea un paralelismo entre el cambio de cuerpo y mentalidad de los chicos, con el cambio del territorio y el pueblo que se ve afectado por la especulación, convirtiéndose en una despedida colectiva a su pasado.

MURCIÉLAGOS BLANCOS
Ficha:
Autor: Óscar Montoya Martínez.
Editorial: ADN (Grupo Anaya S.A.)
Género: Ficción, misterio, thriller.
ISBN: 978-84-10138-58-2
296 páginas
Código: 3655056
Idioma: Castellano
Sinopsis:
Cuevas del Río, Granada, 1987. Lucas, Gloria y María Celeste son tres chavales que tienen una curiosa costumbre: cada vez que coinciden en la cueva de los Fiambres, se acuestan juntos en la misma cama, sueñan con ser escritores y se cuentan historias de miedo. Pero no hay nada tan terrorífico y sorprendente como el amanecer. Al día siguiente de una de esas noches de relatos, la familia más peligrosa del lugar reaparece y las heridas provocadas por unas tierras expropiadas se reabren. Las rencillas y la desconfianza aflorarán, y nadie se molestará en escuchar a los chavales: uno de ellos sabe mucho de mucha gente.
Murciélagos blancos es una crónica hilarante a ratos, emocionante siempre, en la que nada es lo que parece, y cuya trama ahonda en reflexiones sobre la adolescencia, la emigración, la corrupción rampante de los adultos y el poder transformador de las palabras.
Autor:
Óscar Montoya Martínez (Alicante, 1975) está licenciado en Derecho y reside en Vigo, donde trabaja en una empresa dedicada al comercio exterior. Tras haber escrito y autoeditado su primera novela justamente al ser padre, Últimos días de maternidad (2017) pudo ver la buena acogida de este y editorial AdN o con él, siguiendo publicando sus siguientes títulos con ellos, en 2019 De otro lugar (finalista del premio Silverio Cañada, de la Semana Negra de Gijón) y Lo que te persigue (2021).
Murciélagos blancos (2024) es su cuarta novela y el autor quería hacer un homenaje a la infancia y las vacaciones en los pueblos, ya que el visitaba de pequeño Cuevas del Campo (Granada), convirtiendo el relato inicial de vivencias de un grupo de niños, que están transitando a la adolescencia, descubren secretos y mentiras de los adultos, y como los rumores y la corrupción humana arrasa con todo.