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Pablo D. Santonja | @datosantonja

Perro de Estroncio nunca fue un cómic para todos. Desde sus primeras páginas en los años 80, la serie se destacó por su mezcla de géneros, su violencia descarnada y su estética cruda. Ahora, con la reedición del Vol. 4 por parte de Dolmen, volvemos a sumergirnos en las aventuras de Johnny Alpha y Wulf Sternhammer, dos cazarrecompensas mutantes que navegan por una galaxia tan despiadada como ellos mismos.
Este volumen recopila relatos clásicos de la época dorada de 2000 AD, historias que no buscan ser épicas, pero que definieron el tono irreverente y oscuro de la serie. Si el cómic mainstream era Star Wars, Perro de Estroncio era un blaster oxidado apuntando a tu cara.
La serie, creada por John Wagner y Carlos Ezquerra, fue pionera en llevar la ciencia ficción adulta al cómic.. Mientras Marvel y DC idealizaban a sus héroes, Perro de Estroncio presentaba protagonistas mutantes, antihéroes cansados y villanos que reflejaban lo peor de la sociedad.
Su influencia es innegable. Sin esta serie, no existirían obras como The Boys; o la estética sucia que reinan en obras como “Mad Max”, “Demolition Man”, Borderlands o Fallout.
Este volumen recopila algunas de las historias más memorables de la serie, demostrando por qué Perro de Estroncio sigue siendo relevante décadas después.
1. The Gronk Affair (1981)
Un planeta pacífico es arrasado por cazarrecompensas sin escrúpulos. Ezquerra dibuja alienígenas con una ternura que hace que su masacre duela el doble, mientras Wagner critica la colonización y la violencia gratuita.
2. The Moses Incident (1983)
Una de las historias más oscuras de la serie. Zombis putrefactos, un hechicero siniestro y la muerte traumática de un niño convierten este relato en una pesadilla visual.
3. The Kid (1984)
Un gobernador corrupto organiza juegos mortales en un Battle Royale espacial. La sátira política es tan relevante hoy como en los 80, y el dibujo de Ezquerra convierte cada página en una explosión de acción caótica.
Si hay algo que define visualmente a la serie, es su estética "pulp": un monstruo de mil tentáculos que agarra géneros dispares (western, terror, cyberpunk) y los fusiona en algo único. Brillan el trazo, áspero, sucio, lleno de detalles que gritan. Sus personajes no son hermosos; tienen cicatrices, armaduras rotas y miradas de quien ha visto demasiado; y el caos narrativo: saltos temporales, diálogos cortantes y un humor que duele.
Perro de Estroncio no es un cómic nostálgico; es una bofetada a la corrección política y al arte prefabricado. Esta serie recuerda que la mejor ciencia ficción es la que no tiene miedo a mancharse las manos. Si buscas acción sin censura, dibujos que desafían las normas y guiones gamberros, este Vol. 4 es imprescindible. No es perfecto (algunos diálogos envejecen mal), pero su energía bruta sigue intacta. En definitiva: Perro de Estroncio es como escuchar Painkiller de Judas Priest: duro, directo y sin arrepentimientos. Si te gusta el cómic que muerde, este es tu libro.
