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En esta época parece como si la política de las izquierdas se basara más en cuestiones coyunturales que en planteamientos estructurales con bases ideológicas consistentes. Las concepciones ideológicas derivadas de planteamientos teóricos, surgidos a partir del análisis concreto de la realidad concreta, han sido substituidos por planteamientos tácticos que se concretan en relatos coyunturales.
Parece que en los posicionamientos de los partidos políticos de las izquierdas se haya perdido una base ideológica basada en fundamentos derivados del análisis de en qué sociedad vivimos y qué alternativas de cambio deben plantearse para lograr conseguir un futuro mejor para las clases trabajadoras y populares.
A mitad del pasado siglo y hasta los años 80, las estrategias de los partidos políticos de la izquierda se basaban en planteamientos ideológicos derivados de métodos de análisis y las correspondientes teorías económicas y políticas de los considerados como “clásicos” de las ideologías socialistas y comunistas.
Hoy todo eso parece haberse diluido de forma radical y sustituido por priorizar relatos identitarios sobre las diversas realidades existentes en la sociedad analizadas de forma generalista y al margen de su situación en la realidad económica y social concreta en que se producen.
Estaría bien que las izquierdas políticas perdieran un poco el tiempo en releer la historia y a los clásicos de la izquierda y extraer conclusiones de aspectos de sus planteamientos que convenientemente adaptados pudieran aplicarse a la realidad concreta actual.
No se trata de aplicar mecánicamente recetas de otro tiempo sino de aprovechar adaptando los métodos de análisis y los planteamientos políticos y económicos a las realidades actuales. Así podremos observar cómo existen análisis plenamente superados por las circunstancias actuales y otros total o parcialmente vigentes.
Aquí sólo expondremos algunos a título de ejemplo:
No es aceptable la Libertad sin la Igualdad, ni la Igualdad sin Libertad, y ambos enlazados con el concepto de Fraternidad
1.- Deberíamos plantearnos cómo los principios de la Revolución sa: Libertad, Igualdad y Fraternidad, son aún plenamente vigentes en su concepción inicial de plantearlos como un conjunto indisoluble. No es aceptable la Libertad sin la Igualdad, ni la Igualdad sin Libertad, y ambos enlazados con el concepto de Fraternidad. En la historia hemos visto cómo la utilización por separado de estos conceptos ha llevado a situaciones socialmente negativas. En nombre de la libertad se ha sometido por parte de los sectores más ricos de la sociedad a los más desfavorecidos. Y en nombre de la Igualdad sin libertad hemos visto los errores del “socialismo real”. El intelectual alemán oriental Robert Havemann ya definió, en los años 60 del siglo pasado, el carácter indispensable de la libertad para consolidar una sociedad socialista igualitaria realmente democrática. Es decir, la unicidad del binomio “Libertad e Igualdad”
2..- De la misma forma debemos retomar la actualización del pensamiento y el método marxista. Debería realizarse un análisis de la realidad económica actual, el momento actual de desarrollo económico y las contradicciones con las actuales relaciones de producción en el mundo de la globalización y la digitalización de la economía mundial. Y las relaciones dialécticas entre el actual modelo de desarrollo económico y su reflejo en las formas económicas y sociales dominantes en el ámbito de nuestras sociedades. Actualizar a nuestro tiempo una forma de análisis que parta de la realidad de los procesos económicos y su repercusión en el ámbito social y político.
3.- Asimismo sería interesante actualizar conceptos analizados por Gramsci tanto respecto al papel de ideología, como de la organización política como “intelectual colectivo” y el papel de la organización como elemento fundamental para la transformación social.
4.- Como último ejemplo sería bueno releer a autores políticos como Berlinguer, especialmente en escritos como el referente a “la Austeridad”. En él ya analiza el carácter finito de los recursos naturales, la necesidad de potenciar desde la propuesta progresista y de izquierdas un incremento y modernización de lo público y lo colectivo en detrimento del actual despilfarro galopante de consumo de los bienes privados. Es decir, una propuesta de la que ya surge, en los años 80, un planteamiento ecologista y de respeto a la naturaleza finita del planeta mediante el salto hacia un nuevo tipo de desarrollo en beneficio del conjunto de la sociedad a partir de la prioridad de lo colectivo frente a lo individual.
La izquierda tiende a establecer relatos sobre las identidades en lugar de analizar el conflicto entre capital y progreso
Estos y muchos otros aspectos son hoy en día poco planteados y actualizados desde el pensamiento de izquierdas, si exceptuamos trabajos como los de Thomas Piketty y otros que han tenido una cierta repercusión, pero que no han sido utilizados ni popularizados sus planteamientos entre el conjunto de la sociedad por parte de las organizaciones políticas de la izquierda. Estas izquierdas están más dadas a establecer relatos sobre las identidades que a analizar las bases fundamentales del conflicto entre las derechas y las izquierdas, es decir entre las fuerzas del capital (que tienen mucho más claros sus objetivos de acaparar la riqueza) y las fuerzas de progreso que deben de combatir fundamentalmente la desigualdad que afecta a las clases trabajadoras en la distribución de la riqueza. Y estas fuerzas progresistas deben incorporar asimismo el relato de reivindicar el resto de las desigualdades de todo tipo existentes en la sociedad. Esto comporta plantear el conflicto principal relativo al reparto de la riqueza y añadirles la reivindicación de superar el resto de los conflictos que afectan a sectores concretos de la población. Y de la misma forma plantearse el concepto capital de la importancia de la articulación organizativa de la izquierda.
Cabe decir que a pesar de pensar que los “clásicos” pueden estar en los análisis concretos superados por los cambios acaecidos en la realidad social, lo están mucho menos en lo referente a su método de analizar la realidad. Y existen realidades que hoy en día aparecen en primer plano y como fruto de nuestra sociedad actual, como puede ser el tema de la escasez de la vivienda para uso de la población, un bien acaparado por grandes tenedores especuladores. Y es un tema que ya en su momento atrajo la atención de los antiguos pensadores. Así Friedrich Engels ya escribió en 1872 su “Contribución al problema de la vivienda” evidentemente analizando la situación de su tiempo. Pero en el citado escrito ya decía que “el problema de la vivienda es consustancial al modo de producción capitalista, que los capitalistas y el Estado burgués ni quieren ni pueden proporcionar a los trabajadores y al resto de capas oprimidas de la sociedad una vivienda digna y asequible, y que bajo el capitalismo cualquier “solución” parcial no es más que un parche que vuelve a reproducir el problema”. No hay duda de que es un texto que en muchos de sus aspectos se podría reproducir hoy en día.
Cabe destacar que la realidad actual es muy diferente a la de entonces. Engels escribía sobre una realidad que hoy en día es mucho más compleja y donde los procesos especulativos han llegado a niveles que Engels no podía ni soñar.
Releer a los clásicos podría ayudar a las fuerzas de izquierda a plantear propuestas estratégicas y tácticas para afrontar la realidad de nuestro mundo complejo y confuso
Planteamos de forma clara que es evidente que las realidades de los “clásicos” no son las actuales, pero que su método de analizar la realidad económica y social, con las actualizaciones y modernizaciones debidas, podrían ser una referencia para hacer “un análisis concreto de la realidad concreta” que decía otro clásico, que consideraba esta frase como “el alma del marxismo”.
En este sentido releer a los clásicos y extraer consecuencias de sus métodos de análisis podría ayudar a que los planteamientos de las fuerzas de izquierda fueran más globales y permitieran propuestas estratégicas y tácticas para afrontar la realidad de nuestro mundo complejo y confuso. Y relanzar propuestas de cambio radical, es decir que fueran a la raíz del problema, frente a la realidad de un ultracapitalismo globalizado y triunfante.
En muchas ocasiones parece como si las fuerzas de izquierda actuales se plantearan más actuar tácticamente sobre los efectos de un problema político sin plantearse estratégicamente las causas del problema concreto. Otra cosa sería tener analizada la causa del problema y establecer como estrategia la de actuar de entrada tácticamente sobre los efectos inmediatos, pero sin obviar las causas y raíz del problema.
En definitiva, sería la diferencia entre establecer relatos políticos coyunturales que es lo parece primar en la actualidad en lugar de propuestas políticas elaboradas y de largo alcance como se planteaba en otros momentos históricos.
En los antiguos análisis políticos concretos, en los partidos de izquierda de referente marxista, siempre se iniciaban los análisis con una reflexión sobre la realidad de la situación internacional, para paso a paso llegar al análisis de la situación propia, siempre condicionada por el análisis global. Hoy nada de eso se realiza, simplemente se analiza la actualidad y se establece un relato “ad hoc”. Esta también es una causa de la debilidad de las izquierdas de hoy.
Es en este sentido que no estaría de más plantearse repensar a los “clásicos” a la luz del contexto actual de la sociedad.