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La batalla de Farsalia es una batalla donde se enfrentan romanos entre sí, lo que la hace ser una batalla muy estudiada pues había en teoría una cierta igualdad táctica. Es una de las pocas batallas que cambiaron el rumbo de la historia.
El enfrentamiento entre Imperio romano.
El problema surge cuando César intenta regresar a Roma después de sus grandes triunfos militares en Galia pero tenía el Senado en su contra. De este modo, se vio obligado a desafiarlo, cruzó el Rubicón en el año 49 a.C. y dio inicio a la segunda guerra civil romana en la que Pompeyo participó como comandante del ejército de la República.
Julio César asedió a Pompeyo en la ciudad de Dyrrachium e inmediatamente mandó construir una circunvalación de asedio a la ciudad, lo cual era práctica habitual en César
Una disputa entre Julio César y el Senado romano terminó en la marcha de su ejército hacia Roma, obligando a Pompeyo y gran parte del Senado romano a huir de Italia camino a Grecia en el año 49 a. C., donde mejor podía reclutar un ejército para enfrentarse a su antiguo aliado.

Julio César apenas disponía de barcos para hacer el traslado de sus legiones por eso tuvo muchas dificultades en hacerlo y lo debió hacer en dos periodos bastante distantes entre sí.
Pompeyo había nombrado a Bíbulo para dirigir su flota de 600 buques y para establecer un bloqueo masivo, con órdenes de impedir que César cruzara a Grecia y evitar que recibiera ayuda desde Italia.
En el invierno del año 49 a.C., Julio César planteó un plan para cruzar el mar Adriático desde Brindisi y para ello sólo tenía la mitad de los barcos necesarios, lo que evidentemente era una osadía. Pompeyo no esperaba que sucediera, y estaba instalado Dirraquio.
Este movimiento sorprendió a Bíbulo y la primera ola de los buques gestionados pudo romper el bloqueo con facilidad. Aunque Bíbulo logró evitar que los otros buques cruzaran el Adriático, murió poco después.
César estaba en una posición extrema con una parte de los que habían conseguido pasar, con solo la mitad de su ejército, unos 30.000 hombres, pero carecía de capacidad para abastecer a sus tropas por mar. El apoyo local a César era muy limitado, porque las ciudades griegas eran en su mayoría leales a Pompeyo.
La única opción de César era fortalecer su posición, conseguir todos los suministros posibles y esperar a que el resto de su ejército intentara otro cruce.
Pompeyo ya tenía un gran ejército muy variado y numeroso, con unos 100.000 hombres entre reclutas y aliados, sin embargo, sus tropas eran en su mayoría reclutas novatos y los soldados de Julio César eran veteranos endurecidos.
Al darse cuenta de la dificultad de Julio César para mantener los suministros de sus tropas, Pompeyo decidió simplemente dejar que el hambre destruyera a su enemigo sin luchar.
Julio César comenzó a desesperarse y utilizar todos los canales que se le ocurrieron para buscar la paz con Pompeyo. Cuando esto fue rechazado, hizo un intento de cruzar de nuevo a Italia para recoger a las tropas que faltaban, pero fue rechazado por una tormenta.
El resto de sus efectivos no pudo cruzar hasta la primavera del año siguiente y fue Marco Antonio quien logró romper el bloqueo y llegar a Grecia con 20.000 hombres de refuerzo. Entonces, con todas sus fuerzas sobre el terreno, César se sintió preparado para enfrentarse a Pompeyo.

Con la llegada de los refuerzos, ambos ejércitos iniciaron una guerra de desgaste en la que las tropas de César, mal abastecidas, llevaron la peor parte. Cuando Pompeyo ordenó el ataque definitivo, César y su ejército se refugiaron en la cercana Apolonia.
Julio César asedió a Pompeyo en la ciudad de Dyrrachium e inmediatamente mandó construir una circunvalación de asedio a la ciudad, lo cual era práctica habitual en César.
Sucedió un hecho que cambio la situación cuando dos jefes eduos de la caballería de Julio César fueron descubiertos malversando las pagas de sus hombres, lo que hizo que estos se pasaran a las filas de Pompeyo y le indicaron cual era el punto débil de las defensas de César. Lo que ocasionó que Pompeyo escapara.
César se retiró hacia Farsalia seguido de Pompeyo. Éste no quería un enfrentamiento directo con Julio César pues era consciente de que a pesar de que sus tropas eran mucho más numerosas, las de Julio César eran mucho mejores. La gente que apoyaba a Pompeyo le presionaba para que hubiera el enfrentamiento directo.
La estrategia de Pompeyo era perseguir a César impidiendo sus suministros y aprovisionamientos e ir acorralándolo en Grecia. Esta estrategia de no enfrentarse a César y atacar sus rutas de abastecimiento era muy buena, sin embargo, cuando cambian esta estrategia y se enfrenta a campo a abierto a Julio César es un fracaso.
César acampa en Farsalia en un lugar que no presentaba buenas características para sus tropas y dejándole a Pompeyo el mejor terreno y que levantara un campamento fortificado.

César no tenía tropas suficientes para asaltar el campamento fortificado de Pompeyo, por lo que su única opción era provocar a Pompeyo para que aceptara el combate directo como así acabó haciendo.
El ejército de Pompeyo
Si seguimos los textos de Julio César en su obra “Los comentarios sobre la guerra civil”, las fuerzas de Pompeyo eran 117 cohortes, algunas de las cuales estaban formadas por soldados hispanos y que combatían como infantería pesada. En total eran once legiones romanas completas. Pompeyo contaba con unos 6.700 hombres de caballería.
Representaba un poderoso ejército que superaba en más del doble de hombres al ejército de Julio César, pero apenas tenía entrenamiento y carecían de experiencia en la guerra. La infantería de Pompeyo tenía varias cohortes hispanas con lo que formó una legión auxiliar, además de arqueros y honderos y que habían sido reclutados por Afranio.
Pompeyo dejó como guarnición del campamento a varias cohortes durante la batalla. Dispuso para la batalla a unos 47.000 hombres al mando de Publio Cornelio Léntulo al mando del ala derecha, Metelo Escipión al mando del centro, Lucio Domicio Enobarbo el ala izquierda y Tito Labieno la caballería.
Pompeyo no era un genio militar, pero si era un general competente. Su experiencia militar era más amplia que la de Julio César, pues había combatido en la I Guerra civil al lado de Sila, tanto en Oriente como en Hispania y había luchado contra la piratería en el mar Mediterráneo.
Tras servir a Sila, formó el segundo triunvirato con Julio César y Craso apoyado en los populares para posteriormente cambiar de bando, uniéndose al sector más reaccionario del Senado que pretendía la desaparición de Julio César.
Como estamos viendo, formó un ejército muy numeroso y en el cual se unían las tropas de los clientes italianos de Picenum a ello habría que unir las tropas enviadas por las provincias orientales y la de los reyes de los estados-satélites de Roma que eran clientes de Pompeyo.
Pompeyo siempre buscó la cantidad antes que la calidad, porque pensaba que con la cantidad arrollaría a Julio César. La gran pregunta es:
¿Por qué Pompeyo siguió a Julio Cesar desde Dyrrachium hasta Farsalia?

La estrategia de Pompeyo era alejar lo más posible a Julio César de Italia y de la Galia pues eran territorios muy adictos a César con la intención de dificultar al máximo sus líneas de suministros. Pompeyo tenía claro que si se enfrentaba en Italia la derrota era segura.
El ejército de Julio César
Julio César contaría con 87 cohortes, muy mermadas a causa de los múltiples combates en que habían participado, pero también muy experimentadas, y que totalizarían 22.000 hombres. En total eran nueve legiones pero estas estaban muy incompletas.
Dejó en el campamento a siete cohortes. Estaban dirigidas por Marco Antonio el ala izquierda, Cneo Domicio Calvino el centro y Publio Cornelio Sila el ala derecha.
El ejército de Julio César se componía de las siguientes legiones, las veteranas de la guerra de las Galias VIII, IX, X, XII y las recién creadas I, III y IV. El día de la batalla Julio César dejó 2.000 veteranos en el campamento. Estas legiones tenían una media de 2.800 hombres cuando lo normal eran 4.800 hombres
Julio César sólo contaba con 1.000 soldados de caballería, de los cuales unos 600 serían galos eduos [1] y unos 400 ubios[2] germanos, los famosos germanos que empleó en Alesia y que su sola presencia en la batalla producía pánico en el enemigo, además de la escolta personal de César, compuesta por jinetes hispanos.
Además de las legiones, César tenía unos 7.400 soldados auxiliares muy especializados que combatían en formaciones complementarias a la legión.
Para el historiador Delbruck, si bien es cierta la ventaja de los pompeyanos, las proporciones que da César, teniendo en cuenta el desarrollo de la batalla, son exageradas, sobre todo en caballería.
Unas cifras más próximas a la realidad podrían ser 40.000 infantes pompeyanos, con unos 5.000 infantes auxiliares reclutados en Hispania y otros 4.200 aliados frente a los de Julio César 30.000 cesarianos, incluidos 7.000 aliados. Mientras que la caballería serán unos 3.000 de Pompeyo frente a los 1.000 de Julio César.

Sin embargo, el ejército de Julio César tenía como ventaja el hecho de que sus legiones fueran tropas veteranas, destacadas por la conquista de la Galia, las expediciones a Britania y Germania y la campaña de Ilerda, acostumbradas a las duras condiciones de vida y a la ferocidad de los combates cuerpo a cuerpo.
Sin embargo, los legionarios de Pompeyo eran jóvenes recién reclutados por el Senado con poca o nula experiencia previa de combate. Los legionarios de Julio César le eran absolutamente leales y su comandante poseía un gran carisma con el que podía lograr la fidelidad de sus tropas.
Pompeyo no poseía una conexión con sus tropas. Llevaba más de una década retirado de los campos de batalla tras licenciar a su antiguo ejército, lo que contrasta también con el hecho de que la fama de Julio César como general exitoso era reciente y eso influía en sus legiones y las de su enemigo.
Otro factor que favoreció a Julio César fue el hecho que la falta de suministros y el aislamiento al que estaban sometidas sus tropas no les dejaba más opciones que la victoria o la muerte, al contrario que el adversario que sí tenía la huida como opción razonable de supervivencia.
El reducido espacio del campo de batalla también favoreció a Julio César, ya que impidió a Pompeyo aprovechar mejor su superioridad numérica.
La presión ejercida por los senadores para acabar rápidamente con Julio César le impidió buscar un mejor escenario, debilitar aún más a su enemigo o reclutar más hombres, ya que es posible que por su vasta experiencia conociera sus propias desventajas.
Julio César había desarrollado durante su estancia en la Galia una nueva estrategia militar romana que consistía en una guerra de movimientos, en la que la velocidad del ejército, la rapidez en las maniobras para pillar por sorpresa al enemigo era fundamental.

El estado mayor del ejército de César estaba compuesto de militares profesionales con muchos años de experiencia, que conocían perfectamente al ejército a su jefe.
Las tropas de César confiaban plenamente en su jefe, mientras que Pompeyo se hallaba cuestionado no solo por sus tropas sino por los políticos.
Julio César hace una variante táctica en esta batalla de Farsalia, pues une a los escuadrones de caballería una unidad de infantería ligera de unos cuatrocientos hombres, con lo que la eficacia de la caballería se vería aumentada.
La batalla de Farsalia tenía dos puntos imprescindibles:
- Lo que ocurriría si la caballería de Pompeyo conseguía pasar el flanco de Julio César.
- Lo que ocurriría si no conseguía pasar las líneas de Julio César. Pues sería lo que decidiría el resultado final de la batalla.
Labieno decidió utilizar su gran superioridad numérica en caballería para romper las líneas de Julio César, situando a toda su caballería en su flanco sur. Labieno no podía hacer otra cosa, ya que el terreno que bordeaba el río no era el apropiado para la caballería.
Pompeyo usa la táctica de no hacer avanzar a sus tropas y que estuvieran inmóviles, por lo que serían las tropas de Julio César las que debían atacar y llegar ya cansados al enfrentamiento pues sus líneas estaban cuesta arriba, pues Pompeyo había colocado a sus legiones en la ladera del monte.
Esto obligaba a las tropas de César luchar cuesta arriba. Sin embargo, el espacio que disponía Pompeyo entre sus líneas de combate y su campamento era demasiado pequeño para poder permitir un repliegue ordenado.

La batalla dependía de lo que sucediera con la caballería, por eso Julio César sacó de la tercera línea varias cohortes [3] por lo que esta tercera línea no podría entrar en combate y sólo serviría para fortalecer las dos líneas primeras.
En total sacó con esa táctica ocho cohortes de la tercera línea que colocó justo detrás de la caballería y junto a la décima legión y su misión era frenar la caballería de Pompeyo.
César dio instrucciones muy precisas a estas ocho cohortes, pues debían dejar pasar entre sus huecos a sus propios jinetes e inmediatamente cerrarán los huecos y atacan a los jinetes de Pompeyo sin darles tiempo para reaccionar.
El ataque debía ser rápido y contundente por eso dijo que atacaran a los jinetes de Pompeyo a la cara para provocarles pánico. Por eso, posteriormente, muchos jinetes llevarían casi toda la cabeza cubierta.
La batalla
El lugar elegido para la batalla en principio favorecía a Pompeyo pues su campamento ocupaba la parte alta de la ladera y por otro lado las laderas meridionales del Dogandzis bajaban hacia el río y eran ideales para una maniobra de la caballería de flanquear al enemigo.
La llanura de Farsalia era demasiado estrecha para formar un ejército del tamaño que mandaba Pompeyo y la parte norte estaba ocupada por el monte. En principio parecía que el terreno favorecía a Pompeyo, pero lo que sucedió es que acabó favoreciendo al César con su planteamiento de la batalla.
Los dos ejércitos apoyaron uno de sus flancos en un arroyo y en el otro concentraron toda su caballería. Sin embargo, las ideas de los comandantes sobre el desarrollo de la batalla difieren sustancialmente, y aquí es donde puede verse el genio de Julio César.

Mientras Pompeyo intentará vencer con su superioridad numérica, Julio César, previendo ese movimiento, planea realizar una eficaz defensa, derrotar a la caballería enemiga y contraatacar, a su vez por el flanco.
Julio César decide reforzar su caballería con infantería, dispone ocho de sus más experimentadas cohortes formando una línea oblicua en el flanco, justo detrás de su línea principal, y mantiene además otras en reserva.
La disposición de las legiones estaba muy clara, pero no así las ocho cohortes. El objetivo de estas cohortes era impedir que la caballería de Pompeyo consiguiera flanquear a la caballería de Julio César.
Las ocho cohortes forman un muro entre el flanco derecho de la legión Décima y la ladera del monte, de esta manera no tenían posibilidad de retirase y reagruparse a la caballería de Pompeyo. Si la caballería de Pompeyo es rechazada sólo tenía la posibilidad de huir en completo desorden.
Las ocho cohortes permanecían ocultas detrás de la línea de legiones hasta el último momento para evitar que Pompeyo las detectara y se diera cuenta de la trampa.
Cuando la caballería de Pompeyo carga, los infantes auxiliares de Pompeyo siguen a la caballería esperando el momento de la ruptura de la caballería de Julio César y así lanzarse contra la retaguardia de César. Pero esto fracasó por la desbandada de la caballería de Pompeyo.
Julio César había frenado a la caballería de Pompeyo, pues tras un primer enfrentamiento los jinetes de César se situaron detrás de las ocho cohortes pasando por los pasillos acordados e inmediatamente y las cohortes cerraron filas y en un segundo ataque tuvo que enfrentase a las ocho cohortes formando una auténtica muralla y son recibidos por una lluvia de pilum [4].
La caballería nunca había podido vencer a una infantería disciplinada siempre que se oponga como un bloque sólido e infranqueable. Estas cohortes tenían la orden de ataca directamente a la cara esto hace que los jinetes de la caballería de Pompeyo entre en pánico e intentan escapar de la trampa.
Fue entonces cuando la caballería de Julio César ataca a la caballería de Pompeyo que se encuentra huyendo en total desbandada a los que acaban destrozando.
Pompeyo contempla la huida de su caballería y como los legionarios de Julio César les están ganando terreno provocando gran cantidad de bajas entre las tropas de Pompeyo.
Las ocho cohortes de César cargan contra la infantería ligera de Pompeyo siendo aplastada y masacrada por los legionarios de Julio César. En el flanco izquierdo, Marco Antonio ataca a las tropas de Pompeyo y demuestran que un soldado bien preparado y bien mandado puede enfrentarse a cualquier enemigo.
La batalla se inicia con las dos fuerzas aproximándose lentamente, pues para los planes de ambos bandos es importante que la batalla en el centro no se inicie rápidamente.
Los legionarios de Julio César avanzaban hacia las líneas de Pompeyo los cuales estaban quietos. De pronto los soldados de César se paran ante las líneas de Pompeyo y su finalidad era descansar unos minutos para no llegar cansados en el enfrentamiento pues subían cuestas y ya después de su recuperación atacaron. Tal como avanzaban sus tropas, Julio César iba teniendo una idea más clara de las posiciones de Pompeyo.
Su ala derecha que estaba defendida por la décima legión no tendría problemas en resistir y su puesto de mando estaba justo detrás de esta legión. Sin embargo su ala derecha pues estaba defendida por tropas auxiliares y le generaba dudas por eso puso al mando a Marco Antonio.
Julio César no temía por lo que sucediera en el centro sino lo que pasara en sus alas. Por eso, siempre se colocaba en las zonas de mayor dificultad para poder acudir en auxilio de sus tropas. La táctica de Pompeyo era atacar el ala derecha de César por eso se sitúo allí.
La caballería pompeyana se lanza al ataque, según lo previsto, pero ante su acometida la caballería de Julio César se retira, en una fingida huida que no tiene más objetivo que atraer a la entusiasmada caballería enemiga hacia las cohortes bien pertrechadas para combatirlas.
Acto seguido, las cohortes del flanco comienzan a maniobrar haciendo huir a la caballería de Pompeyo y atacan el flanco enemigo. En este momento, los legionarios de ambos bandos ya han entrado en o, y Julio César ordena a su reserva que refuerce el centro del ejército.
Atacados por dos sitios, el ejército Pompeyo empieza a desmoronarse por el flanco. Mientras la caballería Julio César persigue a su rival fuera del campo de batalla. Viendo que la batalla está perdida, Pompeyo se retira al campamento.
Pompeyo huye hacia su campamento y sus cohortes de tercera línea al ver a este huir también se retiran hacia el campamento de forma muy rápida y como iban a quedar aisladas empezaron a rendirse sabiendo que César era clemente y que la libertad estaba asegurada. Contemplaron como Pompeyo huye antes de que lleguen las tropas de Julio César.

Resultado de la batalla
Julio César escribe en “Los comentarios sobre la guerra civil” que en las dos horas que duró la batalla tuvo 200 bajas entre los legionarios y 30 entre los centuriones, pero siempre habla de romanos. Es muy posible que las bajas totales de César alcanzaran los 1.200 hombres que como vemos la mayoría eran tropas auxiliares.
Las fuerzas de Pompeyo tuvieron unos 15.000 muertos, lo cual en las dos horas que dura la batalla es una autentica matanza. Es fácil explicar este desfase en la pérdida de hombres, si tenemos en cuenta que las tropas de Pompeyo combatieron sin orden ni concierto contra las sólidas cohortes de César formadas en orden de batalla.
Los supervivientes del ejército pompeyano, entre unos 23. 000y 24. 000, se rindieron a la mañana del día siguiente.
La cifra de los centuriones de Julio César muertos en esta batalla, de los que destaca su valor, fue muy alta en proporción con los legionarios muertos. Entre estos se encontraba Cayo Crastino, a quien César rindió especiales honores funerarios.
Consecuencias
Pompeyo huyó de Farsalia hacia Egipto, donde fue asesinado por orden del faraón Ptolomeo XIII. Ptolomeo XIII envió la cabeza de Pompeyo a Julio César, en un esfuerzo para ganar su favor, pero en su lugar se aseguró un enemigo furioso.
Ptolomeo, aconsejado por su regente, el eunuco Potino, y su retórico tutor Teodoto de Quíos, no tuvieron en cuenta que César le concedió la amnistía a un gran número de sus enemigos tras su derrota.
Incluso a los hombres que habían sido sus enemigos acérrimos se les permitió no solo volver a Roma, sino que asumir sus posiciones anteriores en la sociedad romana.
Farsalia puso fin a la guerra dentro del Primer Triunvirato, pero no a la guerra civil entre romanos, poniendo fin a las esperanzas de los seguidores de Julio César de una victoria rápida.
Dos hijos de Pompeyo, Cneo y Sexto, y la facción pompeyana, dirigida ahora por Metelo Escipión y Catón, siguieron luchando por la causa de Pompeyo el Grande.
Julio César pasará los próximos años acabando con los restos de la facción senatorial, pero como reflexionó Cicerón después de Tapso, la superioridad militar la había ganado Julio César en Farsalia irrevocablemente. Además, el mando senatorial se había desacreditado al abandonar al ejército a su suerte.
Bibliografía
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Davis, Paul K. “100 Decisive Battles from Ancient Times to the Present: The World’s Major Battles and How They Shaped History”. 1999. Oxford University Press. Oxford:
Delbrück, Hans. “History of the Art of War. Ancient Warfare”. Tomo I. 1990. University of Nebraska Press.
Gelzer, Matthias.” Caesar: Politician and Statesman”. 1968. Harvard University Press.
Keppie, Lawrence. “The making of the Roman Army: from Republic to Empire”. 1998. University of Oklahoma Press.
Marin, Pamela. “Blood in the Forum: The Struggle for the Roman Republic”. 2009. A&C Black. Nueva York.
Potter, David Stone. “The Roman Empire at Bay, AD 180-395”. 2004. Psychology Press.
Sheppard, Si. “César contra Pompeyo. Farsalia”. 2009. Osprey Publishing. Barcelona.
[1] Los heduos o eduos fueron un pueblo celta de la Galia prerromana, que se asentaban en áreas del valle del río Saona, en torno a su principal núcleo urbano de Bibracte, en zonas de los departamentos de Saona y Loira.
[2] Los ubios fueron una tribu germánica que se encuentra por vez primera habitando en la orilla derecha del río Rin en tiempos de Julio César, quien forjó una alianza con ellos en el año 55 a. C. para lanzar ataques.
[3] Cada cohorte consta de unos 480 hombres.
[4] En el ejército romano, el pilum era un tipo de arma arrojadiza, una jabalina pesada, que se utilizaba como arma principal junto con la espada (gladius) por los legionarios. Era una lanza o jabalina que medía alrededor de 2 metros y se lanzaba a una distancia de 15 a 30 metros del enemigo. El pilum estaba compuesto por un asta de madera y una vara metálica unidas por un remache. Había dos tipos: el pesado y el ligero.